Arte oculto: el canto de Poupée Seydell

La creatividad y el arte en las cárceles argentinas, durante la última dictadura militar, fueron algunas de las más importantes maneras de resistir a la locura, la desintegración y la muerte.
Relato de Poupée Seydell.


Cuando me detuvieron en Córdoba, en febrero de 1977, la peor parte la pase en Informaciones. Una dependencia de la Policía de la Provincia ubicada en el mismo Cabildo, al lado de la Catedral de Córdoba. Estuve allí 14 días donde me sometieron a toda clase de torturas físicas y psíquicas. Fue una experiencia muy dura, inimaginable, tremenda. Me ayudó a vivir, a no quebrarme, el recuerdo de mis afectos, de mi infancia, mi adolescencia, el recuerdo vivo de los compañeros de lucha. El intuir, vislumbrar aun en esa especie de oscuro dolor y aturdimiento, que éramos muchos los que elegimos luchar por la vida, por lo justo, por lo innegable a todo ser humano: su dignidad. Tenía esa certeza, me hermanaba a toda la solidaridad en el dolor como consecuencia de la elección que habíamos hecho. El amor fue lo que me sostuvo.

En esos días, nos la ingeniábamos para comunicarnos con los otros compañeros presos. Esto nos daba fuerzas. El saber que el otro estaba allí nos hacía bien. Aun en los simulacros de fusilamiento, cuando secretamente teníamos cada cual la convicción de afrontar la muerte, tosíamos, y el toser y que te respondan otra vez del mismo modo te aliviaba y serenaba el alma.

Aunque estábamos todo el tiempo vendados, encapuchados y maniatados, sabíamos, percibíamos la presencia del compañero. De algún modo nos decíamos “Aquí estoy”, golpeando los pies contra el suelo, pidiendo agua, baño, a los guardias, carraspeando etc…

Luego de 14 días de horror me llevaron a Campo de la Rivera, donde la tortura fue esencialmente psíquica. De ahí nos trasladaron en el piso de un auto con una manta encima al campo La Perla donde me curaron por tres días las heridas.

Ya más presentable, me trasladaron a la Penitenciaria de Córdoba, cárcel semi clandestina. Cuando me sacaron las vendas después de haber estado 5 horas parada me mareé. No sabía dónde estaba. Me llevaron por un pasillo muy oscuro, como un túnel, (esa fue mi sensación) a una celda diminuta con una cama de cemento, similar a un nicho, y un banquito de lata. Nada más. Era de noche. Fue el peor momento de mi prisión. Cuando me encerraron en semejante nicho me sentí desolada. En una soledad sin límites. Total. Me dolía todo, tenía mucha fiebre, y, peor aún, me dolía el alma. Realmente vi todo negro. Negro de verdad. Me acurruqué en un rincón, me asusté. Tuve miedo de lo que sentía y en medio de mi noche pensé en los compañeros, esos valientes hermosos, Los sentí niños en mi corazón, mis Cristos. Pensé en todos los que amaba. ¡Fue algo tan, pero tan intenso!  y decidí vivir.

Me puse de pie, empecé a caminar despacito y canté. Cante casi sin voz pero con el alma. ¡Y cuanta fue mi alegría y mi sorpresa! ¡Cuando desde la oscuridad, me respondieron otras voces!!!… Eran las compañeras. ¡Qué glorioso, Qué grandioso momento!

No estaba sola… Les conté quien era, de donde venía y que me sentía pésimo. Llamaron a los gritos a la celadora que apareció, trajo un médico que seguramente me dio un antifebril y al cabo de media hora más o menos me sentía mucho mejor. Ya había olvidado lo que era sentirse bien. Que sensación tan buena… Di gracias a Dios y me dormí, por primera vez, tranquila, en paz, profundamente, sabiendo desde lo más profundo del alma que había superado algo inconmensurable para mí.


¿Por qué le llamamos Taller de arte oculto?
Oculto es lo que existe a escondidas de quienes no deben conocer. Oculto Secreto Clandestino. Hablar de lo oculto es hacerlo en voz muy bajita, casi sin palabras, solo con gestos, miradas, leves movimientos de cabeza. Nadie más que aquellos que comparten el secreto deben enterarse de lo que está sucediendo. Lo oculto, lo clandestino vive a lo largo de la historia.
Sostiene con su potencia a quienes eligen oponerse a lo impuesto, al régimen, a lo que no deja respirar. Por eso, lo surgido en la oscuridad es, en estos casos, lo que se va gestando para llegar a manifestarse con potencia. Y lo que se gestó surgió de la capacidad innata de las personas, en este caso, de presas y presos políticas de una dictadura feroz, para jugar y crear. El arte no es otra cosa que el juego profundo; el juego con el cuerpo, las voces, los elementos con los que se pueden construir artefactos, instrumentos, colores.

¿Cómo se puede conseguir eso en celdas despojadas de absolutamente todo?
¿Cómo es posible acordar, comunicarse, inventar historias, dar clases, alfabetizar, hacer ropa para los bebés que iban a nacer, llevar adelante concursos de cuentos, poesía o preparar obras de teatro?

Se pudo. Se puede. Pudieron porque los sostuvo un proyecto colectivo y porque la creatividad es capacidad de todo lo viviente.